La oruga procesionaria es habitual en parques, pinares y áreas boscosas cerca de las ciudades. Es común que tanto personas como mascotas hayamos sufrido en alguna ocasión alguna urticaria o dermatitis producida por esta especie.
Os mostramos a continuación algunos consejos para evitarlas o cómo combatir la irritación por entrar en contacto con ellas.
Cómo actúa la procesionaria
La oruga procesionaria tiene como nombre Thaumetopoea pytocampa y con su capacidad urticante es capaz de afectar a cualquier persona que se exponga a ella. Las afecciones más comunes son la afección cutánea, la urticaria y la dermatitis, pero también puede provocar afección ocular, rinitis e incluso problemas respiratorios y anafilaxia.
Las orugas tienen alrededor de su cuerpo 500.000 pelos especiales parecidos a pequeñas flechas o dardos que utiliza como defensa. Los pelos se desprenden fácilmente, lo que implica un mayor riesgo de urticaria no solo por contacto directo sino también por vía aérea pues pueden ser transportadas por las corrientes de viento.
Evitar los encuentros con la procesionaria
El mejor modo de actuar frente a esta especie es no manipular ni molestar a las orugas. Se trata de un animal que no solo afecta a las personas, sino también a las mascotas. Los perros pueden tener reacciones bastante graves e incluso mortales.
Con las mascotas hay que vigilar bien el paseo, especialmente en zonas de pinares y entre los meses de enero y abril, cuando es más probable encontrar procesionarias en el suelo.
Curar la reacción frente a la procesionaria
En las personas, la mayoría de reacciones suelen ser leves y pasajeras, pero en algunos casos la gravedad es mayor y la solución pasa por acudir al médico. En estas ocasiones, el tratamiento básico consiste en la administración de antihistamínicos, corticoides y duchas frías. Es fundamental evitar el rascado de las lesiones.